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La Historia de las Cosas

Realizado por: Irene (Docente de la jornada mañana). Licenciada en pedagogía de la educación del diseño arquitectónico




Algo extraño ocurre con la mayoría de nuestras “cosas” apenas las compramos, lo que pagamos en la tienda y llevamos a la casa es considerado un tesoro, un premio, el resultado del mayor de nuestros esfuerzos. Esta “cosa”, la consideramos un juguete deslumbrante, una prenda con estilo, muchas veces dedicamos tiempo y trabajo para planear cómo adquirir el último celular, el PC de moda, un automóvil de línea. Sin embargo, una vez que nos pertenece y llega a ocupar un espacio en nuestra casa, ese premio mayor comienza a perder valor, no solo en el mercado sino como parte del uso en nuestras vidas.


Muchas de esas “cosas” pierden primero la esencia y luego el valor y el sentido, sí es que alguna vez lo tuvieron. Convertimos todos nuestros espacios en centros de procesamiento de basura. Compramos algo y comenzamos a exhibirlo, utilizamos un lugar importante y en muchos momentos, utilizamos tiempo y espacios para que los demás lo tengan en cuenta, hablamos de la gran compra que fue, luego lo vamos despreciando porque ya no es la última generación, porque no es el color de moda, porque otra marca lo supera y con mil excusas comienza a caer en la depreciación. En un mejor término lo vamos convirtiendo en basura, no ha pasado mucho tiempo y sin utilizarlo al 100 % ya entramos en el mercado con la depreciación de las “cosas” y mejor aun ya somos responsables directos de convertirlo en "basura".



Nos hemos convertido en compradores impulsivos, carentes de responsabilidad no solo con la economía sino con el cuidado de nuestro entorno; nos llenamos de cosas comunes y corrientes que atiborran nuestras casas y ponen peso a nuestras vidas. Esto genera un montón de sentimientos encontrados, como cuando se compra un auto nuevo que al sacarlo de la concesión pierde inmediatamente el 10% de su valor, si ponemos atención aquí las palabras “precio” “aprecio” “apreciar” Y “depreciar” se relacionan, pero lo que tal vez no sabemos es que se derivan de la palabra en latín “PRETIUM” que significa valor.


Como parte de nuestra ética y nuestros valores vale la pena cuestionarnos el cómo y por qué un objeto por el que pagamos un costo alto se deprecia tan rápido y constantemente. Tenemos que cuestionar la palabra “valor” en las cosas que adquirimos, tenemos que aprender a comprar “cosas” determinando el uso y el desgaste, los materiales y la descomposición, la obsolescencia tecnológica, la insuficiencia a causa de la moda, pero antes tenemos que aprender a determinar prioridades y necesidades de cuando compramos. Al adquirir un objeto debemos evaluar si en verdad lo necesitamos y el aporte de este a nuestras vidas y el bien comunitario; es responsable determinar la relación de los objetos o “cosas” con nuestra vida y forma de vivir.


El mundo moderno y el capitalismo salvaje nos ha llevado a establecer relaciones falsas de necesidad y apuro para obtener “cosas” que pretenden suplir elementos esenciales de nuestra forma de vivir, tenemos angustia y afán ante la demanda de los últimos dispositivos de comunicación, electrodomésticos de últimas tecnología, prendas de diseñador, sin antes revisar y preocuparnos por lo esencial y lo elemental antes de embarcarnos en un estilo falso y dañino de vida, a veces tenemos tantas cosas embodegadas que no se obtiene bienestar consigo mismo y mucho menos con una manera saludable de ver el planeta.

Observemos bien cuando esas cosas se compran, empaques, materiales de embalaje, materiales que directamente se desechan, si dependen de baterías de fácil desgaste, o fácil ruptura. Esos objetos preciados con abolladuras o limitaciones se convierten inmediatamente en basura no solo para el dueño sino para el medio, es decir, el desprecio de objetos llevan a la depreciación del mismo. Vale la pena observar el último snack de moda, no solo su empaque no es fácil de reciclar sino que estamos pagando un precio altísimo por algo que ni siquiera en muchos de los casos es considerado alimento, tendríamos que revisar cuánto de saludable tiene y cuesta una fruta en la tienda cercana, pero el afán de la modernidad no permite que reflexionemos y cambiemos esos hábitos, manteniendo la excusa del afán nos vemos impulsados cada día a comer cosas poco saludables.


Todo esto lo podemos ver en un pequeño ejemplo con una lata vacía de alguna soda colocada en diferentes lugares, lo que causa que tengamos diferentes apreciaciones diferentes dependiendo del lugar en donde se encuentra, es decir, si se encuentra en un stand en la parte alta, o en un mueble a la altura de la cara o colocada en el piso, Pensemos qué significa? si observamos bien, en cualquier lugar debería ser una lata, pero no es así, el contexto de la “cosa” cambia, en el primero se convierte en premio, en el segundo en un objeto de uso diario obligatorio y por último en el tercero en basura, estos análisis son el resultado del mercadeo de los objetos, contando con una excelente fórmula entre la economía y su gran aliado la publicidad, claramente representados en los stands de los grandes supermercados.


Por eso si comenzaramos a ser responsables de nuestras compras y de la adquisición de los objetos no solo determinaríamos la importancia de los materiales renovables y de fácil desecho, boom de este momento, sino de las importancia del porque tenemos que adquirirlos, es una necesidad replantear su valor como individuos pero en comunidad, es decir, otorgarle el valor al objeto para utilizarlo al 100%, tener un estudio previo de materiales y producción , así como de los daños que ocasiona para el ecosistema, de esta manera aprendemos a reutilizar las cosas, a convertir elementos de antaño en atractivos y deseables para ser utilizados nuevamente; eso en los indígenas es el patrimonio ancestral, como en nuestros campesinos la importancia del uso del canasto o de las mochilas elementos indispensables, amigables con la naturaleza y duraderos en el tiempo. Por eso de nosotros depende aprender a apreciar el compartir y conservar un objeto, sacándolo de su estigma de “cosa”; y de alguna manera comenzar a enseñar la re-utilización del vidrio, las fibras y los materiales sostenibles, se hace necesario y urgente cambiar los hábitos, debemos categorizar la salud y el bienestar con el aprecio del entorno que nos ha brindado la naturaleza, es importante que cada uno de nosotros seamos responsables de lo que usamos, especialmente debemos hacernos cargo de los desechos que producimos por nuestra salud y nuestro tiempo en el planeta.

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